Sabemos lo que buscas cuando quieres disfrutar con tu gente:
un lugar amplio, con muchas comodidades, que esté cerca de todo y, por supuesto, con piscina.
Bien, pues déjame decirte que estás en el lugar indicado.
Me llamo Elisabet
y esta es mi gente
Ellos me han enseñado el valor de la familia y que las cosas realmente importantes son aquellas a las que no puedes ponerle un precio.
Sentarte con los tuyos alrededor de una mesa; contemplar un atardecer en compañía; pasar una tarde hablando de las cosas de la vida; volver a chapotear en la piscina como un niño
También de ellos he aprendido que cuatro paredes son mucho más que una simple casa cuando pones en ella tu cariño, tu ilusión y esmero en todos los detalles.
Es por eso que en Con Encanto Rural siempre encuentras un lugar cálido y privado en el que disfrutar de uno de los mayores tesoros de este mundo: pasar buenos momentos con los tuyos.
Y todo ello junto a un montón de instalaciones y servicios pensados para que disfrutes con comodidad de tu tiempo de descanso.
Con Encanto Rural es, sobre todo, un negocio familiar
Mi abuelo fue quien, sin saberlo, puso los cimientos de una casa que hoy, más de 50 años después, es lugar de encuentro y disfrute para familias y grupos de amigos.
Por el ir y venir de la vida, la casa se encontraba abandonada en los últimos años hasta que mi madre, Toñi, decidió que era el momento de darle una nueva vida.
Fue entonces cuando, junto con mi padre Rafael, mi hermana Laura y yo misma, hicimos piña para acometer una reforma que convirtió la antigua casa familiar en el lugar para el descanso y la diversión que es hoy.
Una casa que para mi familia tiene un valor sentimental enorme
Esta historia comenzó en 1970. José, mi abuelo, puso en pie la Casa La Era con sus propias manos y muchísimo esfuerzo. Mi madre, Antonia, siempre cuenta que recuerda juguetear con su hermana alrededor de los pilares de la casa. E incluso, que ayudó a su padre a poner algún que otro ladrillo.
Algún tiempo después mi abuelo falleció, por lo que mi abuela Antonia tuvo que sacar adelante a sus dos hijas sola, pero siempre bajo este techo que habían construido en familia. Las niñas crecieron, se convirtieron en mujeres y volaron del nido…
Durante todos estos años, Casa La Era ha sido un lugar de encuentro y reunión para todos nosotros. Un hogar donde hemos pasado muy buenos ratos juntos y un emotivo refugio en el que recordar con cariño a los que ya no están.
Hoy, más de 50 años después, te abrimos las puertas de nuestra renovada casa para recibirte con el mismo amor e ilusión que con los que mis antepasados la construyeron.
También amamos a nuestra tierra
Porque este suelo que pisamos, el de la Subbética Cordobesa, es parte de nuestra a forma de ser y de entender la vida.
Una tierra que nos da tanto… en forma de parajes naturales extraordinarios, un patrimonio y una historia aún viva que palpas en nuestras calles… Y una forma de ser que nos hace recibirte como a uno más de nuestra familia.
Por todo esto, estamos muy comprometidos e involucrados con nuestros pueblos y formamos parte de: